Existen dos tipos de colesterol: el bueno y el malo. La yema de huevo contiene colesterol del bueno, el que es indispensable para el funcionamiento del organismo. En un huevo de 60 g, se encuentran 213 mg de este esterol.
Por un lado, el colesterol malo o LDL se forma por lipoproteínas de baja densidad que pueden alojarse en las paredes arteriales y ocasionar alguna enfermedad en el corazón. En cambio, el colesterol bueno o HDL se forma por lipoproteína de alta densidad y recoge al LDL a través de la sangre para llevarlo al hígado, donde se extingue.
Se ha comprobado que el huevo contiene HDL y lecitina, una sustancia que evita que el colesterol malo se aloje en las paredes de las arterias. Y que los niveles de colesterol en la sangre no son consecuencia del consumo de alimentos específicos, sino de la carencia de una dieta balanceada.